Mientras el diluvio pasa

julio 08, 2014


Al fin que diluviará todo el día, me quedaré en casa.

Recogeré las hormigas del desastre,
zurciré la mejor sonrisa para mi casera,
plancharé la arruga que en mi frente hace que la vida me lea preocupaciones,
guardaré en estuches de aluminio las lágrimas de la víspera,
deletrearé en la agenda todas las citas concluidas (nunca he sido usurero con mis amplios regocijos).

Avisaré a mi amigo único, el que dice que quiere aprender ajedrez concentrando todas sus derrotas, 
que lo quiero mucho.

Dejaré al perro un cuarto de muslo de camello a ver si así le da por entender
que ya no le leeré más historias de las Mil y una Noches.

Regaré todas las plantas hasta ver que el olvido ahora las colma de inundadas manías,
me vaciaré los omoplatos de recordatorios.
Cremaré todas las fotografías del insomnio,
Buscaré todos los pares de calcetines para hacer un teatrino con todos sus fetiches,
Golpearé mi suerte haciendo algunas llamadas telefónicas
deseando que nadie necesite de mí, en tanto el diluvio pasa.

Vaciaré todos los recuerdos de los espejos persecutorios,
me desnudaré de carnes y veré cómo el esqueleto se busca placer
en las comisuras del fantasma.
Dejaré una ventana abierta a ver si así la mariposa de mis sueños regresa
y me cuenta cuántos animales perecen mientras llueve.

El diluvio cae, ya no tendré que pedir nubes blancas sobre fondos fugaces.

Héctor Leonel Reyes Mora

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