Canto a la ribera del río Sedeño

junio 04, 2015

"Más que un poema (que no lo es) lo que aquí se presenta es un canto, un insondable lamento inspirado por las turbias aguas que fluyen por el río Sedeño y los sangrientos hechos allí ocurridos"


Canto I


Bajo la sombra de un árbol descanso la melancolía,
aguardo inerme el júbilo del vino.

Crecí en la Atenas sin orgías,
entre santos degollados,
entre gente sin lustre.

Viví la fantasía
de un jardín vasto
─ ahora desflorado ─,
me queda la ignorancia,
aún más,
el fragante cruce de este río y
los encarnizados festejos en su ribera.

Tengo al pueblo entre las manos
como a un puñado de arena,
Tengo los cientoveinte días de Sodoma
las virtudes de Justina, las delicias de Julieta.

En la piel ─encostradas─ llevo
las impurezas que dejó el rock and roll.

Viaja a mi lado una mujer intrépida
cuyo ánimo se diluye en mi sangre.
Llevo conmigo la noción adecuada de la muerte
y bien asimiladas las ordenanzas de la vida.

Descansa mi alma antigua y desgastada
en notas enarmónicas,
bajo la negra influencia de los bemoles y los sostenidos.

Me deleito con el canto de las sirenas
y la algarabía de los automóviles.

Reposo.

Descubro que en mí,
la dicha ─repugnante─ se estanca
como la corriente del río Sedeño.

Ícaro Hernández




Imagen tomada de www.lapolitica.mx Imagen original

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