Encontrar actualmente a la intelectualidad -preferentemente
escritores- en luchas frontales para construir justicia social,
esclarecer verdades y consolidar la libertad, es una tarea casi
imposible. Sus preocupaciones se enfocan mayoritariamente en
introspecciones de carácter vanidoso. Ignoran que sus reflexiones y
criticas de la realidad imperante -por emanar de ellos- pueden
influir en vastos sectores de la opinión pública, en revertir
situaciones de franca injusticia. No olvidemos la campaña que
emprendió Emilio Zola, padre del Naturalismo, en defensa del
calumniado militar Dreyfus, obteniendo en los meses postreros su
total reivindicación.
En nuestra América de hoy, si bien el número de literatos
abanderados en causas justas y peligrosas no sobrepasan la veintena,
hay ejemplos pretéritos que reconfortan e inspiran.
Uno de ellos es el dominicano, Juan Bosch (1902) quien además de
cuentista, novelista y ensayista, fue un furibundo adversario de su
connacional dictador Rafael Trujillo y posteriormente virulento
enemigo del imperio norteamericano. Tal conducta está condicionada
obviamente por la tormentosa historia político-social de su país,
cuajada de guerras civiles, tiranías e intervenciones de potencias
extranjeras.
Ubicada frente a Cuba, esta isla está divida entre Haití y
República Dominicana, descubierta por Cristobal Colón en 1492
-nombrándola La Española- estableciéndose como la primera ciudad
hispana en el Nuevo Mundo, Santo Domingo.
Su posición estratégica geográfica incitó a los godos a poblar
aceleradamente su tierra -como contención ante probables conquistas
de otros países- llevando grandes cantidades de africanos, migración
forzada, para incorporarlos como esclavos. Trescientos años después
este sector se levantó sanguinariamente contra los blancos, lo que
ocasionó el arribo del Ejército Francés para sofocar la rebelión
y tomar posesión del territorio.
En 1808 la resistencia dominicana logró expulsar a los galos,
volviendo a ser parte de la conquista ibérica, independizándose de
los españoles en 1821. Sin embargo, diversos factores en República
Dominicana, como la guerra contra su vecina Haití, luchas bélicas
entre fracciones partidistas, períodos dictatoriales, sumado a
severas crisis económicas condujeron a que entre 1861 y 1865 la isla
regresara por propia petición al dominio español.
Como es de suponer, el país cayó en devastación financiera, que
solo fue subsanada por un plan de prestamos monetarios
internacionales, a cargo de banqueros norteamericanos.
Desdichadamente el crédito no se pudo cancelar, lo que determinó
que los acreedores tomaran el control de las aduanas dominicanas (su
principal fuente de ingresos) por medio de una administración
estadounidense en 1905, contando para ello con la anuencia del
dictador isleño General Ulises Heureaux. Al ser asesinado, las
tropas norteamericanas tomaron el control entre 1916 y 1924, con sus
respectivos gobernadores militares del país del norte. De aquellos
años, Juan Bosch recordará las cotidianas humillaciones que sufrió
a manos de los infantes de marina, a pesar de ser un niño de ocho
años.
De padres comerciantes, desde pequeño tuvo orientaciones artísticas
-esencialmente escultura y pintura- que comenzó a declinar cuando la
lectura lo cautivó.
A los diez años, Juan con ayuda de una máquina de escribir e
ilustraciones propias elaboró un periódiquito llamado El Infante,
que vendió entre sus conocidos por más de un año. A sugerencia de
una maestra de castellano, conoció a Guy de Maupassant – buscador
de la objetividad impersonal- y a Horacio Quiroga – genial narrador
uruguayo- de quienes fue un aventajado discípulo. Por requerimientos
comerciales sus progenitores se mudan de La Vega (lugar de su
nacimiento) a la capital, Santo Domingo, donde Bosch profundizó su
cultura literaria como lector permanente de la Biblioteca Nacional.
Poco después del retiro de los militares estadounidenses, Juan se
ausenta hastiado del país por espacio de tres años, viajando por
España, Trinidad y Tobago y Venezuela, desempeñando los más
inauditos trabajos.
A mediados de 1931 -recién retornado- ingresó como empleado
público de la Oficina Nacional de Estadística. Análogamente empezó
a publicar poemas y cuentos en el Lístin Diario,
fundando el grupo literario La Cueva, donde se
desempeño como editor de su periódico.
La publicación de unos artículos de tono jocoso, donde comparaba
el baile de un elefante a las medidas gubernamentales de Rafael
Trujillo -militar que llegó al poder por un fraude electoral y que
permaneció como fiero dictador por treinta y un años- dio lugar a
que fuera acusado de subversivo y encarcelado por varios meses.
Durante su reclusión juró a sus compañeros de prisión que no
cejaría ni un instante de luchar contra el derrocamiento del tirano.
En 1937 se va a Puerto Rico, donde organizó al grupo más numeroso
de exiliados bajo la bandera del Movimiento Democrático Dominicano,
con la finalidad exclusiva de derribar a Trujillo autoproclamado
“Benefactor del Pueblo”.
Fue en Cuba- en los años cuarenta- donde se concentró toda la
propaganda y acciones de la oposición, encabezado por Juan Bosch,
quien incluso conformó una fracasada expedición naval armada( Cayo
Confites) de cuatrocientos combatientes (siendo el joven abogado
Fidel Castro, uno de ellos) quienes debían desembarcar en la isla
para empezar una guerra de guerrillas contra los militares del
dictador. No obstante estos trajines conspirativos, Juan era vendedor
de productos farmacéuticos, donde adquiría el sustento para sus
hijos y Secretario Personal del futuro Presidente de la República,
también era un destacado animador cultural de La Habana. Cooperaba
literariamente en dos grandes diarios, El Crisol
y La Información, cuyas notas periodísticas
recibieron importantes premios. A la par era laureado por sus
libretos de radioteatros de corte histórico interpretados en una
emisora Habanera.
Asumida la primera magistratura cubana de Prío Socarras, encomendó
a su antiguo ayudante, Juan Bosch, a que diseñara una moderna
legislación social de predominio sindical y que fue promulgada con
alegría por los trabajadores. Pero en meses posteriores, Fulgencio
Batista, General cubano, dio un Golpe de Estado y reprimió con rigor
a los cercanos de Socarras. Nuevamente un carcelazo y ulterior
expulsión de Cuba se abatirá sobre el dominicano y su familia,
quien se reinstala en Puerto Rico.
A varios de sus partidarios y amigos internacionales les comentó su
intención de un receso político, pues solo deseaba desarrollar
proyectos literarios que tenía en carpeta. En contestación a esta
solicitud, un grupo de chilenos, como Clotario Blest, mandamás de la
poderosa Central Única de Trabajadores y el entonces senador
socialista ,Salvador Allende, entre otros, le cursan la invitación
para que concrete en este país su aspiración literaria.
A fines de abril de 1954 llega a Chile Juan Bosch, en compañía de
un hijo, con el objetivo de terminar algunos manuscritos y apuntes
para libros.
Semanas después abrió un taller de bujías y baterías para
automóviles en una céntrica calle de la capital, que además de
permitirle su mantención económica, le facilitó en la tranquilidad
del local, ordenar sus notas bibliográficas y redactar sus textos.
En enero de 1955, saturado por el asedio que padece de refugiados
dominicanos, vendió su negocio, trasladándose a Niebla- una caleta
de pescadores al sur de Chile- con el propósito de finalizar sus
escritos. En agosto de ese mismo año, su fatigosa labor dio
resultados, teniendo en imprenta cinco libros con diferentes
editoriales chilenas.
En sus textos Poker del espanto
en el Caribe y Cuba
la Isla Fascinante, utilizó
la crónica periodística como estilo, en David, biografía
de un Rey, se aprecia
un macizo estudio historiográfico. El ensayo magistralmente
desplegado y en que las interpretaciones del evangelio son llevados
al terreno histórico con objetividad, son observadas en su polémico
Judas Iscariote el gran
calumniado, donde hace un brillante alegato a favor
de la verdad y la justicia. Su coronación literaria, que lo ubicará
en los años siguientes como un Titán del cuento latinoamericano ,es
su obra La muchacha de la
Guira, colección de ocho relatos, que tienen como
protagonistas a indígenas, campesinos y paisajes desolados e
inmensos.
Referirá a un diario chileno que “El arte
del cuento consiste en
situarse frente a un
hecho y dirigirse a
él resueltamente, sin
darles carácter de hechos
a los sucesos que
marcan el camino...primera
ley del cuento es
fluencia constante, la
acción no puede detenerse,
la segunda, el cuentista
debe usar solo las
palabras indispensables para
expresar acción”.
Aprovechando el reajuste generacional, el Movimiento Democrático
Dominicano, le concedió -a su pedido personal- el congelamiento como
militante activo, a cambio de que Juan aceptara las docencias de
literatura que le ofrecieron en Argentina, Brasil y Venezuela. En
este último país, se enteró en mayo de 1960 del asesinato del
Trujillo - y que tan visualmente registró Vargas Llosa en su libro
La fiesta del Chivo-
por lo que luego de un cuarto de siglo de ausencia Bosch retornó a
su país.
En 1962, el Movimiento en el cual el escritor iba como candidato
presidencial ganó las elecciones. Cogobernando con el Partido
Comunista, el Presidente Juan Bosch impulsó radicales reformas
políticas y económicas (Nueva Constitución, Reforma Agraria,
Legislación laboral, etc. ) que gatilló su caída por una Junta
Militar siete meses después, azuzado por la oligarquía, la iglesia
y la embajada norteamericana. Nuevamente padeció el destierro, ahora
en Puerto Rico.
Frente a esta nueva situación, decidió preparar una insurrección
cívico-militar- paralizando todo su plan literario- desde su nuevo
albergue.
Sindicalistas, jóvenes empresarios y algunos militares fueron los
sustentos del complot. Un año y medio después, una facción de las
Fuerzas Armadas de República Dominicana, junto a civiles y brigadas
sindicalistas se alzaron en armas (los Constitucionalistas) exigiendo
la restitución del Presidente depuesto, Bosch, provocando la
división de los militares y la consiguiente guerra civil.
Ante este panorama Estados Unidos nuevamente desembarcó sus tropas
en la isla en apoyo a los anti Boschistas, prohibiéndole retomar el
poder. Juan optó por entregar el mando del país a su leal Coronel,
Francisco Caamaño, quien ademas detuvo militarmente el avance
norteamericano. Este hecho permite a regañadientes que Washington
acepte como gobernante al representante personal de Bosch y su
convocatoria para nuevas elecciones a fines de 1966.
Todos estos aconteceres luctuosos, llevan al hombre de letras a
adentrarse en la literatura política, esta vez dejando de lado la
ficción, en infinidad de artículos, folletos, libros y opúsculos
como El pentagonismo, sustituto
del imperialismo (1966) contundente
documento histórico, donde alerta lo que representa ese complejo
militar-industrial, como suprapoder en las relaciones exteriores de
Norteamérica, siendo quizás el primero que lo abordó seriamente.
Desde 1970 -tiempo en que regresó definitivamente a su patria,
hasta su muerte en el 2001- su presencia fue activa como lector en la
Biblioteca Nacional de Santo Domingo, director de revistas, diarios y
radio emisoras, así como permanente Conferencista de literatura e
invitado de honor a cuanta jornada se realizó en solidaridad con el
Tercer Mundo, por personificar a un paladín de la libertad de los
pueblos.
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