Presenta
El jazz bajo la manga
Luis Barria
Mientras la espero, echo un vistazo al escenario de Realia donde se
presentó el sábado pasado; recuerdo esa música enigmática, su
imagen tras el teclado, su voz naciendo unida a la voz del pasado
inmediato que reproduce el looper, los momentos rockeros de la
guitarra de Juanjo López, la pecursión de Luis Miguel Costero que
viaja por los ritmos del mundo, los visita, los celebra y luego parte
en busca de otros nuevos, la voz de Iraida que juega, salta, sube al
trampolín y desde él se avienta para caer en mares de hipnotismo
que rompe después, a veces con palabras, a veces ya sin ellas, y yo
participo de la seductora novedad aunque extraño su presencia
escénica, se lo diré en algún momento. Recuerdo también el
ancore, cuando volvió a ser voz de cuerpo entero y bajó del
escenario para caminar entre las butacas, esa voz como de chicle que
cambia de forma a cada instante, que hace bombas que al reventarse se
adhieren a la nariz, se pegan en rostro como tatuaje indeleble del
que ya no podemos desprendernos y así, cantando entre la gente,
logró el milagro del contagio y de las butacas salían voces
anónimas que se unían al festín improvisatorio. Voces que brotaban
de todos los rincones de la noche para encender el canto plural que
detuvo la tormenta. ¿Cómo lo logró?, también habré de
preguntárselo.
¡Así sí va a cambiar el mundo!, dijo al despedirse y,
efectivamente, cuando salimos a la noche, ya no llovía.
Lunes 20 de abril, 14:45, Comala Café
-Hola, ¿comes?
-Sí, te estaba esperando
Ensalada para ella, enfrijoladas rellenas de pollo para mí.
-¿De cuánto tiempo disponemos?
-Pues mira, mi clase es a las 4:00 y tengo que estar 15 minutos
antes, tenemos tiempo.
-Bueno, da capo, ¿cómo te llamas?
Iraida Beatriz Noriega Rodríguez, el Iraida y el Rodríguez es de mi
madre, que es Esperanza, ella es cubana, y el Beatriz Noriega es por
parte de mi padre, te lo digo porque Iraida es la mamá de mi mamá,
la abuela cubana que era cantante, y Beatriz es la mamá de mi papá,
me pusieron el nombre de las dos abuelas. Mi abuela cantaba
profesionalmente, es de la generación de Olga Guillot y Celia Cruz,
haz de cuenta que se ramificaron, Celia se clavó en la salsa, Olga
se clavó en el bolero y mi abuela cantaba tango.
-Supongo que tu mamá, siendo cubana, también cantaba aunque no
fuera profesionalmente
-No, mi mamá se dedica a la educación y está promoviendo muy
fuertemente la educación moderna, o sea, esta idea de que no haya
calificaciones; trabaja con programas contemporáneos de la educación
revolucionaria, ella está clavada en eso y es muy inclinada a las
artes, fue la que me llevó a los museos.
Cada verano íbamos a visitar a la familia a Nueva York y entonces
íbamos muchísimo al teatro musical, veíamos cuatro o cinco obras
en la visita veranera. Mi jefa es muy inclinada a las artes, bailó
flamenco, o sea, tiene todo para eso pero no se por qué se dedicó
a lo otro.
-¿Qué fue lo primero que hiciste al nacer, lloraste o cantaste?
-[Ríe desenfadadamente] Evidentemente lloraba pero dice mi papá que
todos los bebés lloraban (aquí deben imaginar un llanto de bebé,
muy agudo) y yo lloraba (y acá un llanto más grave y con mayor
profundidad de voz, casi operístico) o sea que sí era como muy
resonante.
-Cuando empezaste a hablar, empezaste a cantar, supongo
-Siempre canté, desde chiquita, de hecho en el verano, cuando íbamos
a visitar a la familia a Nueva York, hacíamos shows familiares; se
sentaban los tíos y todo mundo y entre mis primos y yo cantábamos,
bailábamos y hacíamos numerito y medio, pasábamos el sombrero y
nos daban una lana entonces como que eso siempre estuvo presente, sin
embargo, realmente fue hasta los 18 o 19 años que tomé una decisión
consciente de que el tema era la música porque yo, como la mayoría
de las niñas, fui al ballet y tenía esta formación de bailarina
pero también cantaba, me metía al taller de teatro y ya sabes;
realmente fue a los 19 años, estando en la escuela en Nueva York,
que decidí que me iba a enfocar en el asunto de la música lo cual
fue bueno en el sentido de desarrollarme como músico, malo en el
sentido de que hubiera sido más padre tener una idea más clara como
es aquí, en el Estado de Veracruz, que la gente baila, canta, toca
un instrumento, zapatea y hace sus instrumentos o sea, es una cosa
integral y ahora que lo pienso creo que hubiera sido padre que
hubiera ido por ahí.
-¿Dónde vivías cuando eras niña?
-Nací y mis papás fueron a vivir a Nueva York y hasta mis siete
años vivimos en los Estados Unidos, bueno, íbamos, veníamos pero
fue como más gabacho el rollo. Después todos los años íbamos de
visita entonces, ¿sabes? yo no veía a Nueva York como la tierra
prometida, simplemente era...Nueva York.
Después me fui a estudiar allá porque, justo desde chiquita, me
metieron en la cabeza la idea de que yo iba a ir a Juliard, no fui
porque es una escuela muy cara y porque, ¿cómo decirte?, yo creo
que ni ellos ni yo sabíamos por qué teníamos esa idea en la cabeza
y, en ese sentido, creo que seguí la programación de ya me tengo
que ir a Nueva York, ¿a qué?, quién sabe pero me voy porque ya
estaba sembrada esta idea y estando ahí se fueron definiendo muchas
cosas.
-¿Cuándo comenzaste a cantar con tu papá [Freddy Noriega]?
-Con mi papá, ya así de ir a cantar profesionalmente y cobrar una
lana, como desde los 14 o 15 años, en el DF. Los fines de semana me
iba con él a cantar y en sus sets siempre había como un mini set
mío con él acompañándome. Sí fue una escuela porque yo empecé a
tocar y luego entré a la escuela pero ya llevaba cierto callo que la
escuela no te da, ahora sí que fue el congal college y eso te ayuda
mucho en términos escénicos. Me hizo mucho bien, sobre todo, ver
cómo manejaba las cosas mi papá, por ejemplo, si el show era a las
10:00, llegábamos a las 9:00 al lugar donde íbamos a tocar y se
sentaba en una esquina; estaba callado, yo me sentaba con él y le
decía:
-¿Qué estamos haciendo?
-Estoy vibrando la noche, estoy viendo qué gente entra para ver si
va a ser una noche de música, es decir que la gente viene a
escuchar, o voy a tener que contarles unos chistes y ver cómo
amoldarlos para que se pongan receptivos a la música.
Casi siempre se salía con la suya porque mi papá sí ardía cuando
la gente estaba hablando entonces era como una meditación, como una
forma de vibrar cómo iba a estar el público y ajustar su sintonía
para la noche; eso no te lo enseñan en ningún lugar, es vivencial.
-¿Cómo ensayaban?
No, todo era ahí, mi papá oía a la rolas una vez o dos y, como en
la casa no había instrumentos, llegábamos al lugar un poco más
temprano y medio veíamos las piezas y órale, a darle.
-Y después estudiaste canto en Nueva York
-No
-¿Entonces qué fuiste a estudiar allá?
Es es una buena pregunta. Justo ayer les explicaba en el taller que,
para bien y para mal, siempre he sido muy rebeldosa y cuestionante y
siento que, al final del día, mi búsqueda ha ido más allá de la
música, es como una cosa de libertad de ser, como del espíritu; a
lo que voy es a que iba a con los maestros de canto y si me decían
cosas como: cuando llegues a esta frase la tienes que decir de esta
manera, yo sentía que estaban moldeándome para sacar un sonido que
ellos querían y no estaban explorando qué tenía para potenciarlo,
para hacerme sonar a mí; se nota cuando hay metodología porque
todos suenan igual entonces yo, como todo en la vida, una decisión
implica que ganas unas cosas y pierdes otras, no tomaba las clases de
canto y pasé varios años en la autoexploración vocal hasta hace
cuatro años que encontré, aquí en México, a dos gurús (ya están
a ese nivel) y con una tomo clases todos lo martes y con la otra son
talleres más eventuales.
Entonces en el canto me la llevé por mi cuenta, lo que sí estudié
es música. En Nueva York había gente de todos los países, de todas
las creencias; había una pianista haitiana de 20 años, un baterista
japonés de 25, un contrabajista suizo de 40 y un guitarrista polaco
de 35 y vi que cuando a toda esta gente tan diversa le ponían el
papelito de los puntitos y las rayitas [se refiere a la partitura]
todos se unificaban, fue una vivencia fue muy impactante y decidí
que quería aprender ese lenguaje, por eso me puse a estudiar música.
Yo no había estudiado, todo era como lírico entonces dije, puta,
tengo que ponerme la pila para poder estar al tiro.
Duré como dos años y medio y luego me vine a México y aquí he
seguido estudiando por la vía alterna; con Agustín Bernal, que
contrabajista, fui estudiar un tiempo; con Enrique Nery, pianista,
fui a estudiar piano; con Emiliano Marentes, guitarrista, fui a
estudiar composición, o sea, fui aprendiendo la gente que se me iba
atravesando. Más que meterme a una metodología o una escuela, he
ido con gente específica que no necesariamente tiene que ver con lo
que yo hago y esa ha sido una muy buena formación, no sé si buena,
ha sido mi formación.
-Y empezaste en el jazz con Roberto Aymes
-Aymes fue otro de mis maestros, llegué a México y, como él vive
en Satélite y mis papás también, me mandaron a estudiar con él.
Estudié bajo, muy leve, más bien me clavé hacer arreglos pero
Aymes de volada me jaló a sus proyectos y empecé a cantar con él,
curiosamente en esa época estaba grabando mucho entonces con él
hice mi primera grabación, a los 22 años.
-¿Te defines como jazzista, como cantante, como músico o como qué?
Eso está bueno. A mí el jazz me gustó por esos espacios de impro y
esas maneras de abordar la música en esta onda de bueno, ahí está
pero podemos ser flexibles con ella.
Mi contacto con el universo improvisatorio fue a través de jazz, sin
embargo, conforme le he ido avanzando a la vida me doy cuenta de que
este factor improvisatorio existe en muchas otras músicas; aquí
mismo en Xalapa, en la Huasteca, en el flamenco, o sea, no es una
cosa exclusiva del jazz.
Ahora estoy trabajando en un proyecto para orquesta que estamos
componiendo Abraham Barrera y yo y en algunas piezas no hay ninguna
parte de impro y yo le decía ya lo estoy extrañando, ahí es donde
me doy por cuenta de que sí soy muy jazzista porque siento que si
eso no está, algo me falta. Me gusta esa zona como de misterio
versus cuando ya todo está escrito y lo vamos a tocar igual; el
espacio donde la música se abre me es muy necesario, siento que ahí
es donde me relajo, ahí es donde me conecto, en ese sentido pues,
sí, te diría que soy muy jazzista, y también en el piano porque
ese ha sido mi camino, la armonía que toco suena muy jazzística, de
hecho ahorita estoy tocando con unos amigos que tienen más
conocimiento del pop y del folclor y quiero ver cómo es esa armonía
porque yo no la sé hacer y probablemente es más de simplificar.
En esos sentidos creo que sí es muy jazzista el viaje pero por lo
demás la verdad es que tiene un rato que he estado explorando cosas,
que no estoy en el jazz en el sentido de tocar standards o de
obedecer a la tradición jazzística, por ejemplo, en este proyecto
que trajimos las canciones son muy contemporáneas, hablan de cosas
con las que me puedo identificar. Los boleros me encantan, he hecho
muchos proyectos de eso, he rearreglado muchos standards y muchos
boleros para traer esa canción a un sentimiento de ahora, pero
también hacen falta otras cosas que hablen de ahora, de otros temas,
en ese sentido siento que ando lejana del jazz pero, chido, no me da
rollo.
También estoy trabajando con José Fors entonces me he expuesto más
al rock y he descubierto facetas de la vocalidad y ahora ya no puedo
vivir sin ellas, ¿me entiendes?, cuando se trata de bluesear y echar
el aghhhhhh ya es una terapia que me es hasta necesaria y si
estuviera de jazzista no lo podría hacer porque en ese mundo no
cabe, a lo que voy es a que siento que hay muchos nichos y más bien,
de un rato para acá, trato de abrirme más espacios donde quepan más
cosas.
-¿Y la compositora?
-Mira, la neta, bajita la tenaza ya tengo varias rolas lo cual, por
nomenclatura, ya me haría compositora sin embargo no me siento así
porque solo compongo cuando me pasa algo y cuando siento una
necesidad de hacerlo.
A veces entre una rola y otra ha pasado casi un año y no me da
conflicto porque me la paso haciendo arreglos, no tengo esa onda de
que el que compone, compone le pase o no le pase, yo no siento ese
rigor, no lo hago por tarea, de hecho, cuando me pasan estos lapsos
larguísimos, digo puta, ya no me va a salir nada nunca más pero no
me agobia porque tengo muy entendido que compongo desde un lugar que
no es obligatorio sino invocatorio sin embargo, bajita la tenaza,
pues ahí hay rolas.
-Tony [Cárdenas] era tu carnal
-Uf, no sabes a qué nivel. Es una pérdida que, por un lado, fue muy
triste pero por otro lado ya no se la estaba pasando chido, su ánimo
ya no estaba bien y, bueno, sus decisiones de vida pues eran de él
pero fue un ser sumamente querido.
Hace muchísimos años tocábamos juntos con Agustín Bernal,
Emiliano [Marentes], [Enrique] Nery, [Miguel] Villicaña y Tony,
solamente siendo Tony, sin hacer nada más que ser él, me enseñó
que la cosa era alegría y buena onda y pasársela bien; normalmente
los músicos están muy serios ante la música y Tony era un vacilón
entonces me enseñó que no porque estuvieras alegre estabas menos
comprometido con la música, metió el ingrediente festivo y eso se
lo agradezco muchísimo porque creo que si eso no está, entonces
como que pa' qué.
-Cantas con todo el cuerpo
-Parece ser que sí
-No es pregunta, cantas con todo el cuerpo y debo decirte que lo
extrañé
-Es es una cosa de este proyecto [el LIJ Trío, con Juan José López
y Luis Miguel Costero], la realidad de las cosas es que me ha costado
muchos años construir esto de salir a tocar como pianista, ha sido
un proceso y ahora que está pasando, pues ni modo de que no, pero al
mismo tiempo tengo la inquietud corporal pero, bueno, aquí atrás
estamos amarrados, esa es la situación.
-Cuando bajaste, en el ancore, involucraste a mucha gente, ¿cómo se
logra eso?
-Yo creo que cuando pasa, pasa porque quiere, yo no sé cómo se le
hace, más bien siento que cuando hay ganas de hacerlo, lo hacemos,
es como si quieres platicar chido con alguien pero no lo puedes
obligar, o sea, si está como cerrado y no hay ganas, pues entonces
está bueno respetar eso y creo que con el público la cosa debe ser
respetuosa
-Es como la actitud de tu papá de medir al público
-Al público y a uno mismo porque hay días que estas más simpático
y hay días que no. En teoría, la idea sería siempre estar bien,
pero no siempre es así, en realidad, para mí el trabajo en cada
tocada, no importa dónde, es saber que estas en apertura y no en
cerrazón entonces, bueno, a veces la cosa se dispone y a veces no
tanto.
-Así sí va a cambiar el mundo, dijiste; así, ¿cómo?
-Mira, ese es un tema que ahorita me tiene muy ahí, el trasfondo de
ese comentario es: nos quejamos mucho de lo que está pasando pero
poco nos hacemos responsables de eso entonces, la neta, yo sí siento
que el acto de cantar en colectivo (por eso los talleres son la onda)
es muy transformador en uno y en los demás, sí creo que eso mueve
frecuencias vibracionales de los lugares y aparte despierta cosas que
sí tienen que ver con quitar un poco el letargo de que vengan a
resolverte las cosas. ¿Sabes?, expresar, decir, cantar como pasó el
otro día como que genera un bienestar y te hace hacerte responsable
de tu persona y de lo que eso representa en tu comunidad.
Mira, en los noventas, que es cuando regresé a México y me integré
a la acción, empezaba este movimiento de música independiente que
se gestó porque en el sistema no había manera de florecer. El
movimiento, que no es otra cosa que un movimiento cultural, empezó
por una necesidad de florecimiento, de expresión, de encontrar un
lugar en el universo; a 30 años de distancia yo considero que se ha
vuelto una postura política sin hablar de izquierdas, derechas, de
PRI, de PAN, de nada más que una postura política humanista de
persigue tus sueños, haz lo que tienes que hacer y eso restaurará
el orden a otro nivel, o sea, a nivel social. Resulta que, 30 años
después, el movimiento independiente está siendo muy contundente,
resulta que las disqueras y todo lo que representa una
sistematización de cosas está cayendo y en una parte de la base de
la comunidad se está instalando un nuevo orden de intercambio, de
otros valores y no nos dimos cuenta de que estábamos haciendo una
acción política para implantar otro sistema, solamente pasó porque
mucha gente empezó a buscarse un lugar y a hacer por su causa.
Cuando nos ponemos a cantar así, esos gestos de comunidad sí mueven
las cosas. Ese gesto de cantar despierta comunidad porque regresamos
a la tribalidad y a la manada y a una serie de cosas que en esta
"civilización" hemos perdido.
-A mí por momentos me parecía como góspel
-Sí que lo fue
-Sí, fue un acto político pero también fue un acto religioso sin
aludir, tampoco, a ningún dios ni a ninguna religión en especial
sino a ese sentimiento de religiosidad, de comunión
-Totalmente, creo que en la medida en que podamos gestar vivencias de
este tipo se nos va quitando esta especie de desesperanza, de no, es
imposible, para qué me muevo. Por eso dije eso, porque es una
convicción.
Insisto mucho con la gente:
-¿Tú qué haces?
-Hago joyería
-Hazlo valer; ¿que está cabrón?, sí, pero encuentra un lugar, si
te pones tras de eso y buscas la manera, la encontrarás
-Es que yo hago zapatos
-Es que yo tengo un huerto con verduras
-Hagamos eso para recuperarnos y que no nos estén diciendo qué y
cómo y estableciendo condiciones que no son
-¿El arte debe ser social?
-Creo que, sin entrar en el discurso político, el arte transforma,
no tiene que pasar por un filtro de conciencia, hay artistas que sí
se ponen en esa onda y son muy activistas, hay otros que no tanto
pero sí lo están moviendo
-Trabajas mucho con mujeres, con Magos Herrera, con Leika Mochán,
¿cómo se dan esas complicidades?
-Fíjate que se dan de una manera muy orgánica. Con Magos pareciera
que fue una estrategia mercadotecnista pero en realidad fue un
encuentro de si estamos vibrando en la misma onda, hagámoslo; con
Leika ni se diga, la conozco desde bien chiquilla entonces es como
una consecuencia de que conoces alguien en la vida con la que vibras
y le dices hagamos algo.
Creo que ahorita el tema de la mujer es un tema político, con lo
cual no necesariamente estoy de acuerdo, no estoy en desacuerdo pero
siento que ya se pasó de manipulación pero, más allá de eso, es
encontrar chavas con las que se vibra y compartir con ellas porque
para mí, estando en un mundo que es más masculino, la verdad es que
sí es un oasis cuando trabajo con las chicas porque son otras
sensibilidades las que pueden ser compartidas
-¿Tienes algún romance de en especial con Xalapa?, te lo pregunto
porque vienes con cierta frecuencia
-Parece ser, ¿verdad?, de repente pasó un par de años en los que
no vine pero vine hace poco a lo de Aleph [Castañeda], el año
pasado venimos con la Groovy Band, en JazzUV di un taller que fue
hermosísimo, cuando todavía estaba Édgar y antes di un taller en
lo de Berklee [se refiere al Seminario Internacional Jazz Fest].
Creo que Xalapa es un lugar con el que estoy en afinidad vibracional,
aquí la cosa es muy cultural, es muy creativa, es muy experimental,
es muy osada, o sea, como que hay lugares donde uno cabe y hay
lugares donde no y aquí parece que sí vibro y, aparte, con los
talleres y demás se va generando una especie de manada, de
complicidades a esa altura y en ese sentido se va volviendo como
familiar.
-¿Haces algo además de cantar y componer?, ¿pintas, bailas,
escribes?
-Te decía que en algún momento lamenté no haber seguido
desarrollando la parte de la danza paralelo a la música pero ahorita
lo estoy hallando, es decir, el hecho de haber tenido esa formación
me da libertad de movilidad; ahora que he estado haciendo algunas
cosas de teatro no me cuesta tanto trabajo hacer congruente lo que
pasa con mi cuerpo y lo que estoy cantando a nivel teatral (porque es
teatro musical)
Me gustaría reconectar con la danza pero me gustaría, justo,
aprender zapateado, ahorita tengo más inquietud de eso que de otra
cosa pero, bueno, para responder tu pregunta, de unos años para acá,
y creo que tiene que ver con el hecho de que soy mamá y ahora que
estoy en la educación de mi hijo hago conciencia de estas decisiones
que vienen por las programaciones que traemos de a ver, escoge qué
es lo que vas a hacer, y define, y no sé qué tanto versus con mi
hijo que es, híjole, que florezca en todo, que sea más integral
entonces me estoy permitiendo salir de esta decisión lineal y, con
mi hijo, ahorita estamos haciendo cosas manuales como de papel maché
o esas ondas con hilos como las de los huicholes, la pintura no tanto
porque, la neta, yo no tengo onda para pintar nada, en mi trazo ves
que no pero, sin importar eso, me estoy dando chance de explorar esta
parte de las manualidades.
Por otro lado, he estando yendo más a talleres de poesía; hace unos
tres años mi hijo y yo nos certificamos en lo del museo y eso es
algo que también me gusta mucho integrar a mi vida, bucear una vez
al año
-Ahora que hablas de poesía, ¿algún poeta en especial?
-Fíjate que este proyecto que estoy haciendo con Abraham Barrera es
un delirio que no sé en qué momento nos trepamos a eso, pero ya
estamos cabalgándolo. Tengo un cuadernito en el que todo el tiempo
estoy apuntando poesía o frases que me conmueven, así nomás, por
ociosa y de repente salió la posibilidad, o no sé cómo es que
llegamos ahí, el caso es que hice una selección poética que no me
costó mucho trabajo porque, al final del día, como todo venía de
cosas que me gustaban, a la hora de juntarlas había una lógica. Se
la presenté a Abraham y armó cuatro movimientos con el piano y yo
estoy haciendo la composición melódica y la adaptación de la
poesía a la música; esto se llama Luminosa.
Desde hace un rato para acá he estado leyendo a muchas mujeres, y no
por un viaje feminista ni mucho menos porque, como te decía, ya no
es tanto por ahí, sino porque con quien hago lo del tallereo de
poesía me ha puesto a leer muchas mujeres escritoras como Olga
Orozco y otras, y de repente en talleres me encuentro con chavas que
van a cantar pero que escriben y me dan sus libros, hay una chava de
San Luis Potosí que se llama Fabiana Amaro que está increíble lo
que hace, hay una chava de Guadalajara, Valeria Guzmán, que también
está bien padre lo que escribe.
Dentro de este proyecto también hay cosas de Huidobro, de Sabines,
de Andrés Henestrosa y la razón por la que están en ese proyecto
es porque me gustó cierta frase, no porque tienen que estar porque
no sé qué, todo es orgánico
-Platícame de la comedia musical en la que estás trabajando
-José Fors es un rockero muy, muy, muy famoso y La Cuca, su grupo,
es una banda muy famosa de rock nacional y a José todo mundo lo
ubica en esa onda pero también es un artista plástico brutal, de
hecho, vive más de su obra plástica que de La Cuca, además tiene
toda una formación teatral y le encanta el cine de terror de los 20,
es muy clavado en esa onda entonces hace unos años, por encargo U de
G, conjuntó todas sus pasiones y escribió una ópera rock con una
lectura muy particular, muy suya, de Frankenstein, de Merry Sheley;
se armó esta superproducción y me invitó junto con mucha gente,
todos eran roqueros y yo fui como el personaje non rock de la
ecuación. Eso estuvo vigente como tres o cuatro años y el año
pasado se estrenó una siguiente ópera rock de José, Orlok, El
Vampiro que no es precisamente drácula, pero viene de ahí.
-¿Está en cartelera?
-Fíjate que es muy loco, creo que ya no se va a presentar mucho;
tuvo un fin de semana de funciones en el Teatro Diana en Guadalajara
y estuvimos en en México en Teatro de la Ciudad pero no se han
armado temporadas ni giras. La obra está bien padre, está buenísima
sin embargo no sé que pasa con la U de G, no sé si no les gustó o
no la están pudiendo vender, es raro.
-¿Te gusta el cine?
-Me gusta el cine, tengo un hermano cineasta y un hijo que también
tiende mucho a eso
-¿Algo en especial?
Fíjate que en general, honestamente, no soy tan clavada en el cine
de arte; en general con el cine me pasa que puedo ver muchas "pelis"
porque aprecio mucho la manera en que ese universo me abstrae y a
veces es como una terapia, por lo mismo me gusta ir a ver cosas que
no me tengan como apretada en el clavón, ¿me entiendes?
-¿Ya viste Birdman?
-Sí y te voy a decir qué me encantó: lo que hizo Antonio
[Sánchez], la decisión de hacer un scort con el drum y cómo lo
abordó Antonio, también me gustó toda la onda de que siempre estás
como en una toma, corriendo, esa sensación de continuidad está
increíble, por lo demás, para mí no fue la onda de wooooow porque,
bueno, yo no estoy tan apasionada con el tema de si el cine
hollywoodense, si las películas de acción y todo ese viaje. Tengo
un hijo que ya pasó por su racha de todas esas cosas y eso me hizo
entender que es es una especie de mitología moderna, todos esos
personajes con poderes son como de la mitología griega pero en la
contemporaneidad de la ciudad, pero yo no tengo tantos rollos con ese
tema.
-Podríamos pasarnos toda la tarde platicando...
-Completamente
-...pero ya faltan veinte para las cuatro, se rompió el encanto.
Muchas gracias
-No hombre, qué chido, ¡lo logramos!
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