El sector cafetalero mexicano, históricamente vital para la economía y la cultura del país, enfrenta una de sus mayores crisis en años. La reciente caída en los precios del café cereza en Veracruz ha encendido la indignación de los productores, quienes acusan a las grandes compañías y a la falta de acción gubernamental de ser los responsables de su precarización.
El problema en cifras y contexto
El aumento en los precios del café en la Bolsa de Nueva York desde noviembre de 2024, impulsado por las malas proyecciones de la cosecha brasileña, generó expectativas positivas entre los cafeticultores mexicanos. En diciembre, un kilo de café cereza se pagaba, en promedio, a 21 pesos en Huatusco, una de las principales zonas productoras de Veracruz. Sin embargo, para el 16 de enero de 2025, y pese a que los precios en la Bolsa continuaron al alza y el peso mexicano se devaluó frente al dólar, el precio local del café cereza cayó abruptamente a 18.60 pesos por kilo.Esta contradicción ha generado suspicacias y enojo entre los productores, quienes señalan prácticas oligopólicas por parte de grandes empresas compradoras, como AMSAECOM y Nestlé. Estas compañías, según los cafetaleros, manipulan los precios con el pretexto de falta de capacidad de beneficiado húmedo, afectando gravemente sus ingresos.
Un patrón de abusos sin respuesta
No es la primera vez que los cafeticultores enfrentan estas situaciones. En enero de 2022, ante protestas por una baja arbitraria de precios, AMSA fue señalada por incendiar su propio beneficio de café para criminalizar y encarcelar a productores bajo acusaciones falsas. Este caso, a pesar de su gravedad, sigue sin resolverse plenamente.Por otro lado, el gobierno federal, específicamente la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), ha sido omisa. A pesar de las denuncias y compromisos expresados incluso en conferencias matutinas presidenciales, no se ha convocado a reuniones ni se han instalado comisiones de seguimiento de precios.
Un sector estratégico en riesgo
La problemática en Veracruz refleja una crisis estructural que va más allá de los precios. El sector cafetalero mexicano, compuesto mayoritariamente por pequeños productores, carece de mecanismos de protección frente a las fluctuaciones del mercado y las prácticas abusivas de las grandes corporaciones.La falta de intervención gubernamental es alarmante. En un contexto de altos precios internacionales, sería esperable que los cafeticultores percibieran ingresos justos. Sin embargo, la realidad es que los márgenes de ganancia son absorbidos por intermediarios y grandes empresas.
La crítica: un modelo insostenible
La caída en los precios del café cereza evidencia un modelo económico que prioriza las ganancias de las corporaciones sobre la sostenibilidad de las comunidades productoras. Este patrón perpetúa la pobreza rural, desalienta la producción y pone en riesgo la soberanía alimentaria.El gobierno federal, al no actuar, se convierte en cómplice de esta situación. Más allá de promesas vacías, es urgente que se tomen medidas concretas: regulación de precios mínimos, fomento a cooperativas cafetaleras y sanciones a prácticas monopólicas.
El futuro del café mexicano
El café es más que un producto comercial; es una expresión cultural y un sustento para millones de familias. Dejar a los productores en el abandono equivale a renunciar a una parte fundamental de la identidad nacional.El sector cafetalero necesita, ahora más que nunca, un plan de rescate integral que garantice condiciones justas y sostenibles. Si no se toman acciones inmediatas, México corre el riesgo de perder no solo competitividad en el mercado global, sino también la riqueza cultural asociada a su café.
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