El bosque de niebla en grave peligro de extinción
El bosque de niebla proporciona numerosos servicios ambientales al paisaje y a los asentamientos humanos, destacando los servicios hidrológicos, incluyendo ser una fuente de agua durante todo el año, la mitigación de inundaciones y sequías, la prevención de la erosión del suelo y de catástrofes como deslizamientos de tierra y derrumbes. Guadalupe Williams.
El bosque de niebla es uno de los ecosistemas en mayor peligro de extinción y, al mismo tiempo, uno de los más indispensables para la vida de los seres humanos, la biodiversidad y el equilibrio climático. Según el Inventario Nacional Forestal y de Suelos, incluido en el informe Estado que guarda el sector forestal en México 2023 de la Comisión Nacional Forestal, el bosque mesófilo de montaña cubre actualmente alrededor de 1.79 millones de hectáreas en el país, esto significa que este tipo de bosque cubre el 1% del territorio nacional aproximadamente, lo que muestra lo reducido que es, aunque concentra una enorme diversidad de especies.
Veracruz concentra gran parte de lo que sobrevive, pero su deterioro avanza con rapidez. En la zona de Coatepec y Tlalnelhuayocan, académicos, organizaciones de la sociedad civil y activistas calculan que en la última década se ha perdido al menos un quince por ciento de su cobertura, principalmente por el avance de monocultivos y la expansión urbana.
La relevancia de este ecosistema se entiende en primer lugar por su función hídrica. Los árboles, bromelias, musgos y helechos captan la humedad de la niebla y la transforman en escurrimientos que alimentan ríos y manantiales. De ahí se abastecen ciudades como Xalapa y Coatepec, que dependen directamente de las cuencas reguladas por este bosque. Sin esta cobertura vegetal, los arroyos se vuelven más estacionales y la disponibilidad de agua se reduce de manera drástica. "Incluso en la época de sequía, los bosques de niebla proveen un gran aporte de agua a la hidrología local y regional, aumentando el flujo de agua durante la temporada seca y previniendo inundaciones en tierras bajas durante la temporada de lluvias" menciona Guadalupe Williams en El bosque de niebla del centro de Veracruz: ecología, historia y destino en tiempos de fragmentación y cambio climático.
Además del agua, el bosque de niebla cumple un papel central en la regulación climática y en la conservación de suelos. La cobertura vegetal evita deslaves, retiene nutrientes y protege la fertilidad de la tierra. Su pérdida no solo significa erosión, sino también el incremento de riesgos para las comunidades asentadas en las laderas de la montaña. En términos de biodiversidad, la situación es aún más crítica: aunque ocupa una extensión reducida, este tipo de bosque alberga una diversidad equiparable a la de las selvas tropicales. Aves, anfibios y plantas endémicas dependen de su permanencia.
A pesar de esta importancia, la presión sobre el bosque continúa. En Coatepec y Tlalnelhuayocan, la sustitución del bosque por monocultivos de papa se ha convertido en una de las principales amenazas. Estos cultivos requieren desmontes intensivos y uso de agroquímicos, lo que degrada el suelo en pocos años y genera contaminación en ríos y mantos acuíferos. El problema, sin embargo, no se reduce a la papa. En distintas zonas, la caña, el café cultivado bajo sol y los fraccionamientos urbanos avanzan sobre áreas que deberían destinarse a la conservación.
Frente a este escenario, investigadores y organizaciones comunitarias coinciden en que no basta con prohibir la tala: es necesario ofrecer alternativas económicas viables para quienes hoy dependen de actividades agrícolas poco sostenibles. Una de esas opciones es el café bajo sombra, que combina la producción de granos con la conservación de árboles nativos. Diversos estudios demuestran que este sistema conserva hasta un setenta por ciento de la biodiversidad del bosque y permite obtener un producto de alto valor en el mercado, especialmente en nichos de comercio justo y orgánico.
Otra alternativa es la agroforestería diversificada, que combina frutales, maderables y cultivos básicos en un mismo espacio, evitando la degradación del suelo y generando ingresos en distintos momentos del año. En la región ya existen experiencias exitosas de cooperativas que producen aguacate criollo, cítricos y miel sin recurrir a prácticas destructivas.
El turismo de naturaleza es otra vía que se ha explorado con relativo éxito. Senderismo, recorridos interpretativos y programas de educación ambiental generan recursos y empleo para comunidades locales, al tiempo que fomentan la valoración del bosque. Aunque no sustituye completamente a la agricultura, sí ofrece un ingreso adicional que contribuye a reducir la presión sobre el ecosistema. A ello se suman esquemas de pago por servicios ambientales implementados por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), que consisten en transferencias económicas a quienes conservan sus predios en lugar de desmontarlos.
Los retos, sin embargo, son significativos. La vigilancia institucional es débil y los incentivos a la agricultura intensiva persisten. En 2024, la Secretaría de Medio Ambiente de Veracruz registró quince casos de tala ilegal en Coatepec y Tlalnelhuayocan, de los cuales solo tres derivaron en sanciones. La falta de aplicación del ordenamiento ecológico regional abre la puerta a que continúe el cambio de uso de suelo.
La participación local es fundamental para garantizar resultados duraderos, pues no se trata solo de plantar árboles, sino de fortalecer la relación entre la comunidad y el bosque.
El bosque de niebla no es un simple paisaje, es quien nos garantiza agua, clima estable, suelos fértiles y biodiversidad. Su destrucción compromete no solo a los ecosistemas, sino también a la economía y la vida de millones de personas. El dilema que enfrentan municipios como Coatepec y Tlalnelhuayocan no es menor: continuar con un modelo agrícola que agota el territorio en pocas décadas o transitar hacia prácticas sostenibles que hagan del bosque una fuente permanente de vida y de ingresos. La decisión, como coinciden investigadores y habitantes, no es técnica, sino política.
