Lucio Sánchez. Bajo una larga noche de Festival.
Lucio
Sánchez es un referente obligado en la escena jazzística
veracruzana; fue fundador del grupo Orbis Tertius del que fue músico,
arreglista, compositor y director; grabó el primer disco de jazz que
se produjo en el estado de Veracruz, Festival, en 1987; ha liderado
varios grupos y ha participado en producciones discográficas como
director de Orbis Tertius y como líder de sus propios
proyectos.
Esta larga trayectoria empezó de manera inopinada a
finales de los años sesenta. Dejemos que sea él quien nos cuente la
historia.
Pero si yo no sabía que todo esto pasaría, ¿cómo
diablos fue a acaecer?
Mi
carrera musical comenzó de manera muy azarosa a finales de 1969 en
la casa de un amigo a quien yo quiero mucho, un excelente
guitarrista, Humberto León.
Fue muy chistoso porque pasé por su
casa, estaba tocando y tenía abierta la ventana, me paré a oírlo y
me invitó a pasar, estando ahí me dijo:
-Oye, mira, ahí tengo un
bajo, tócalo.
Y ahí, sin yo haber tocado nunca un instrumento, me
puso unas melodías. Estuve con él como unas tres horas y cuando se
acercaba la noche me despedí y le agradecí. Yo estaba muy contento
de haber tocado un instrumento musical por primera vez y un
instrumento que me atrapó, un bajo.
Entonces
salí (él hasta la fecha vive en la calle Azueta), comencé a bajar
la calle y, como a media cuadra, me alcanzó y me dijo:
-Oye, ¿por
qué no tocas conmigo?, voy a tocar al rato en una fiesta en el
Casino Español.
Yo le dije que cómo iba a tocar si no sabía y él
me dijo que con lo que había aprendido ya podía tocar, todo
emocionado acepté y fui a mi casa solo a cambiarme, a comer algo y
me fui.
Al
llegar al Casino ya estaban todos los músicos con los instrumentos
colgados y me vieron con una cara de ¿tú eres el bajista? (yo tenía
un poco menos de 18 años y ellos eran mayores). Me colgaron el bajo
y empecé a tocar, yo no sé qué. Al final se me acercó un músico
que ahora también es de mis grandes amigos, Chuchito Hernández
(después tocó percusiones con Leonardo Ortiz en el Combo Ninguno),
y me dijo:
–Oye,
qué bien tocas
–Yo
no toco, es la primera vez que agarro un instrumento
–¿Cómo
que la primera vez?, tocas el bossa nova mejor que un bajista que
está con nosotros en un grupo, ¿por qué no vas a que te hagan una
prueba?
Yo
no soy bossanovero, por ti seré, por ti seré
Fui
a ver a Lalo Sainz, el líder y pianista de los Xalver (el nombre
venía de Xalapa, Veracruz), un grupo de bossa nova, ahí también
estaban Humberto León, Chucho y Leonardo Ballesteros, otro gran
amigo, baterista.
Lalo me preguntó:
–¿Tú
eres el bajista?
–Pues
sí, yo soy el bajista
–A
ver, ¿qué sabes tocar?
Y
toqué las cuatro o cinco piezas que me había aprendido la noche
anterior.
Me
escuchó y me dijo:
–¿Qué
más sabes?
–Pues
ya no sé más, es todo.
–Bueno,
a ver toca un solo
Yo
me quedé meditando ¿qué es un solo?, aún ahora me lo sigo
preguntando, ¿qué es un solo? Para tocar un solo hay que saber
mucha armonía, conocer las escalas, el instrumento, cosas que aún
sigo estudiando.
Con los Xalver comencé a viajar por el estado y a
ganar dinero con algo que nunca me había imaginado y que aprendí
muy rápido. A finales de ese año, Lalo nos dijo que lo habían
invitado a acompañar a un cantante que en esa época estaba de moda,
Víctor Iturbe, «el Pirulí», se fue a México y el grupo
terminó.
Y así empiezo mi vida musical, es algo muy simpático que
algún día tengo que escribir por ahí.
A
veces tengo ganas de tocar y las confirma el mar
Un
día, a mediados de enero del siguiente año, llegó Lalo a mi casa y
me dijo:
–Fíjate
que me invitó a tocar en Acapulco un trompetista muy bueno, de
Xalapa, pero no hay quien toque el bajo, ¿por qué no vas con
nosotros?
–Es
que yo no sé qué van a tocar, tú sabes que yo apenas empiezo en
esto
–Tú
no te preocupes, es fácil lo que vamos a tocar, si quieres yo te
aviso cuándo es la salida.
Y así fue, a la semana siguiente me
llamó y me dijo que íbamos a ensayar en su casa, ahí conocí a ese
trompetista (que después se hizo, también, mi gran amigo), era un
músico muy bueno que ya andaba tocando en las orquestas famosas del
DF, se llama Rafael Jiménez.
Ensayamos
y nos fuimos a Acapulco, fue mi primera salida más lejos.
Alternamos
con una orquesta del DF que era muy famosa, la Orquesta de
Ingeniería. Al terminar la actuación, nos juntamos todos los
músicos a cenar, y se me acercó Rolando, el director de la
orquesta, y me dijo:
–Fíjate
que nuestro bajista se enfermó, ¿no quieres ir a tocar con
nosotros?
Le
dije que no sabía mucho, que apenas estaba empezando, me dijo que no
me preocupara y me fui con ellos. Yo no sabía leer partituras pero
como era un chavo le caí bien a todos y me ayudaron y empecé a
aprender a escuchar la música y aprendí a leer. Así me fui
formando, conocí a muchos músicos famosos del DF, estuve un año
con la orquesta y me regresé a Xalapa.
¿A
quién le dan jazz que llore?
Al
volver comencé a tocar con muchos grupos en fiestas y bailes. Un día
un amigo me invitó a un concierto en el Teatro del Estado, me dijo:
–-Vamos,
va a tocar un grupo muy bueno.
Fui
con él y me quedé impresionado y me dije esa es la música que me
gusta, es lo que quiero tocar. Ese grupo era el antecedente de Orbis
Tertius, se llamaba THNB
. Después un amigo me comentó que lo
habían invitado a tocar con un grupo de jazz y me dijo:
–no
hay bajista, ¿no quieres ir?
Y
así empecé, en 1972, a tocar con Orbis Tertius donde estuve hasta
2007. En el tiempo que fui director grabamos tres discos: Volviendo
al mar, en 1996, Orbis Tertius Jazz, en 1997, y Aniversario, en 2001.
Toda mi carrera ha sido un conjunto de casualidades, por eso siempre
digo que yo soy un músico de la calle
.
Ay,
no hay que llorar, pues la vida es un Festival y es más bello vivir
jazzeando
Paralelamente
a este trabajo en la Universidad [Veracruzana], hice mis propias
cosas.
En
1987 quería hacer un disco e invité a unos amigos de muchos años,
excelentes músicos: Sergio Martínez, pianista, Ponchito Martínez,
saxofonista, Rafa Jiménez, trompetista, Javier Cabrera,
percusionista, Adolfo Álvarez, baterista y Humberto León y Alci
Rebolledo, los dos guitarristas. Hicimos el disco Festival, en
Veracruz, que fue el primer disco de jazz que se hizo en el estado.
La grabación tiene también sus anécdotas, estuvimos en el estudio
con un ingeniero que nunca había grabado esta música y se le hacía
muy extraño, por ejemplo, cómo Adolfo quería poner su batería,
pedía unas alturas de sus platillos que al ingeniero no le parecían,
después nos dijo que no podíamos grabar piezas que duraran más de
tres minutos, y cosas así, pero fue muy buena experiencia dejar ahí
plasmado un trabajo que comenzamos muchos años antes y que continuó
después.
Ese
disco lo presentó un amigo a la organización del Festival de Jazz
de Montreal, Canadá, que es uno de los festivales importantes del
mundo y en 1991 me invitaron a participar. Fuimos Ponchito, Sergio,
Javier, Helio García en las percusiones, un pianista de Veracruz,
también muy bueno, Jorge Mabarak, y yo. En Canadá nos presentaron
como Lucio Sánchez Band.
Ser
con los otros o no ser, esa es la Reflexión
En
el año 2000 invité a otros amigos para hacer un nuevo disco,
Reflexión. Llamé a un gran amigo, excelente saxofonista, Alejandro
Campos, a Rey David [Alejandre] que tocó el piano y el trombón, a
Michael Hoaglin que estuvo en las guitarras, entre ellas la still
guitar o guitarra hawaiana, como se conoce acá, a un baterista muy
joven que falleció hace unos años, Iván Martínez, a Jekk Muzik
que tocó la armónica y cantó una pieza suya, Mi sueño de
Naolinco, a Jakub Dedina, el Kubo, como trombonista invitado en una
melodía, y yo en el bajo.
Estar
con músicos que tienen su sello personal, ayuda mucho al proyecto.
Yo escribo la música, pero cada quien aporta lo suyo y así van
saliendo las cosas, con mis ideas y con todo lo que, además, los
músicos aportan en su momento.
Caleidoscopio,
el plural sonido propio
En el año 2005 volví a grabar, esta vez con
la idea de hacer algo que nos identifique. Yo siempre he pensado que,
como mexicano, debería también hacer música mexicana, tú sabes
que el jazz se roba lo de todos lados entonces se me ocurrió, en
esta búsqueda, invitar a un músico que tiene instrumentos
prehispánicos, Leo Colorado, él tiene tambores, flautas, silbatos y
muchas cosas más, es muy bueno pero integrarse a una propuesta
distinta es otra cosa, costó trabajo. También invité a dos músicos
que estaban con Orbis en ese momento, Rolando Alarcón, baterista, y
Manuel Viterbo, guitarrista, Rey David, a quien ya conocía de muchos
años, volvió a tocar conmigo el trombón y un chavito, Jerry López,
excelente músico que toca muy bien su sax, íbamos a hacer una gira
internacional para presentar ese disco y aún no cumplía los 18
años, cuando nos confirmaron las fechas se puso muy contento porque,
para entonces, ya iba a tener la edad para sacar su pasaporte.
Con
este grupo grabé Caleidoscopio y con la aportación de estos músicos
salió algo diferente a lo que había grabado antes.
El
jazz es la prórroga perpetua, siempre el paso siguiente, el otro, el
otro
Cuando
me jubilé de la Universidad me puse a experimentar con la cerámica
para hacer unos instrumentos de percusión que se llaman udus. Seguí
tocando, hice un dueto con otro bajista, un chavo talentoso, Memo
Origel, estuvimos tocando con dos bajos e invitados, a veces un
saxofón, a veces una batería, o con tres percusionistas que tocaban
mis udus: Adolfo Álvarez, Javier Cabrera y Helio García.
En
2013 volví al estudio, ahora con Arodi Martínez, un saxofonista
oaxaqueño joven, muy bueno, que está tocando con el Orbis y con un
guitarrista español, también muy bueno, Bruno Esteban, en la
batería participan dos músicos, Daniel Ávila y Renato Domínguez,
en una canción integramos los udus. Con ellos grabé, Una larga
noche.
Todas
las piezas de este disco están en ritmos binarios porque en este
momento no me interesa tanto el swing, ya no quiero repetir los
standards que tienen tantas versiones hechas por los grandes músicos
del jazz. A veces nos la pasamos escuchando la música del norte y no
nos damos cuenta que aquí tenemos muy buena música que podemos
retomar como están haciendo los chavos con las jaranas y la música
jarocha.
Yo
estoy en la búsqueda de una voz que suene a mí pero con las
influencias de todos los músicos que en su momento me rodean y
tratando de que la música de nuestro estado tenga un sello propio,
sigo en la búsqueda, ojalá encuentre algo en algún momento y ojalá
pueda colaborar un poco en la formación del jazz mexicano.
Sigo
tocando, yo creo que así voy a terminar mis días, con mi bajo
colgado.
Luis Barria
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