La fuerza comunitaria que frenó las presas en Veracruz
La lucha por el agua en la Cuenca de la Antigua, en Veracruz, es una historia de resistencia comunitaria, de confrontación con grandes intereses económicos y de una batalla constante por la preservación del territorio y los recursos naturales. En esta región, donde el agua es fuente de vida y sustento para muchas comunidades, los proyectos de infraestructura hidráulica han generado conflictos que han marcado la historia reciente.
Desde hace décadas, los habitantes de la cuenca han enfrentado amenazas relacionadas con la construcción de presas y la privatización del agua. Uno de los casos más emblemáticos fue el Proyecto de Propósitos Múltiples Xalapa, impulsado por la empresa brasileña Odebrecht en colaboración con el gobierno del estado de Veracruz. Este ambicioso plan contemplaba la construcción de una presa que habría afectado a cerca de 30 poblaciones de cinco municipios, poniendo en riesgo el equilibrio ecológico y los derechos de quienes dependen del río para su vida cotidiana.
Ante este panorama, la organización comunitaria se convirtió en un pilar fundamental para la defensa del agua. En 2010 nació el colectivo Pueblos Unidos por la Defensa de la Cuenca del Río La Antigua (PUCARL), una agrupación que desde entonces ha encabezado la resistencia con acciones concretas. Asambleas informativas, marchas, bloqueos de carreteras y participación en foros han sido algunas de las estrategias utilizadas para alertar sobre los impactos ambientales y sociales de la construcción de presas. La voz de las comunidades ha trascendido fronteras y ha encontrado eco en organizaciones nacionales e internacionales que han respaldado su lucha.
El camino de la resistencia ha estado marcado por logros significativos. Se han llevado a cabo casi un centenar de asambleas informativas a lo largo de la cuenca, se han tejido alianzas con diversos sectores y se han impulsado acciones legales para frenar los proyectos que amenazan el río. En 2018, gracias a la presión social, se reinstalaron vedas que protegían los cuerpos de agua de la región. Sin embargo, estas medidas fueron debilitadas posteriormente por decretos presidenciales que levantaron algunas de las restricciones, demostrando que la lucha por el agua es un desafío constante.
Uno de los momentos más simbólicos ocurrió en 2022, cuando el municipio de Jalcomulco celebró un triunfo histórico en la defensa del río. Este logro no fue casualidad, sino el resultado de años de trabajo organizativo, de movilización social y de estrategias legales impulsadas por PUCARL y las comunidades afectadas.
No obstante, los desafíos persisten. La presión por la construcción de nueva infraestructura hidráulica no ha desaparecido y el cambio climático añade un nuevo nivel de incertidumbre sobre la disponibilidad de agua en el futuro. La defensa de la Cuenca de la Antigua no solo es una lucha por un río, sino por el derecho de las comunidades a decidir sobre sus propios recursos, por la preservación de un entorno natural invaluable y por un modelo de desarrollo que no sacrifique el bienestar de la gente en nombre del progreso económico.
El caso de la Cuenca de la Antigua es un recordatorio de que el agua no es solo un recurso: es un derecho, un patrimonio común y un símbolo de la resistencia de los pueblos frente a los intereses que buscan explotarla. Mientras existan comunidades dispuestas a defenderla, la lucha continuará.
0 Comentarios
Gracias por tu comentario. Seguimos en conexión.