Decisiones irresponsables secan al Río Pixquiac
El río Pixquiac, afluente vital que desciende desde las faldas del Cofre de Perote y alimenta con agua limpia a Xalapa, se ha convertido en el epicentro de una controversia que pone en tensión el desarrollo urbano frente a los derechos y la sustentabilidad de las comunidades rurales. En una declaración firme y bien articulada, habitantes de Rancho Viejo y la Cuenca Media del río Pixquiac han denunciado la reciente intervención de la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento (CMAS) de Xalapa, que derivó el cauce completo del río bajo el pretexto de “mantenimiento” a una presa, sin los permisos ambientales correspondientes y sin respetar el caudal ecológico del afluente.
Esta acción, que ha sido calificada por las comunidades como un acto de despojo, revela un patrón sistemático de gestión ineficiente y centralista del recurso hídrico. Las comunidades no se oponen al abastecimiento de Xalapa; al contrario, su historial demuestra una postura abierta al diálogo y la cooperación pero rechazan categóricamente que la solución a la crisis hídrica urbana se imponga a costa de su río, su bosque y su vida comunitaria.
Según estimaciones ciudadanas, hasta un 60% del agua captada por CMAS no llega a los hogares debido a fugas, infraestructura obsoleta y, presuntamente, actos de corrupción. Este dato es crucial: si la pérdida del recurso en la red urbana es tan alta, ¿por qué entonces se insiste en extraer más agua, sin resolver antes la ineficiencia del sistema? La pregunta no es solo técnica, es ética.
El pronunciamiento de Rancho Viejo no se limita a la denuncia. Plantea un programa integral que va desde el monitoreo ecológico del caudal y el mantenimiento responsable de presas, hasta la reforestación, la creación de alternativas económicas para las familias rurales, y la implementación de sistemas de captación pluvial en zonas urbanas como Xalapa.
Destaca la propuesta de un programa comunitario denominado Sembrando Agua, que apuesta por la restauración del bosque, la educación ambiental y la participación comunitaria como pilares para un futuro con agua para todos. Esta visión se alinea con principios de justicia hídrica que ya se discuten a nivel nacional e internacional: el agua no solo como recurso, sino como derecho humano y bien común.
El caso del río Pixquiac no es aislado. Es un espejo de las tensiones estructurales que existen entre ciudad y comunidades rurales, entre progreso y conservación, entre políticas públicas verticales y la inteligencia territorial de las comunidades.
Es momento de preguntarnos: ¿qué modelo de gestión del agua queremos construir en Veracruz? ¿Uno que prioriza el crecimiento urbano a costa del saqueo de los bosques y las comunidades? ¿O uno que reconoce que sin cuenca, no hay ciudad?
La situación del río Pixquiac nos involucra a todas y todos. No es una disputa local, es un llamado a repensar nuestras relaciones con el territorio y con quienes lo habitan y cuidan.
Invitación abierta
Te invitamos a informarte, a compartir esta nota y, sobre todo, a sumarte a la conversación. ¿Cuál es tu postura ante lo que ocurre con el Pixquiac? ¿Qué medidas crees que deben tomarse? Comenta, discute, organiza. El agua —como la palabra— es de todas y de todos. Y su defensa, también.
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