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El veneno bajo la tierra - Cultura Errante

El veneno bajo la tierra

abril 06, 2025

Agrotóxicos en el cultivo de papa amenazan salud y medio ambiente en Veracruz

Por Cultura Errante. 06 de abril de 2025

San Andrés Tlalnehuayocan, Veracruz.— No es difícil encontrar los sembradíos de papa; basta recorrer las carreteras que conducen a Rancho Viejo o Cinco Palos para toparse con ellos, cada vez se hacen mayores en número y en extensión. Sin embargo, tras este crecimiento agrícola se oculta una crisis silenciosa. El aumento indiscriminado  del cultivo de papa, impulsado por intereses comerciales ajenos a las comunidades, ha sido acompañado por el uso intensivo de agrotóxicos, muchos de los cuales están prohibidos en otras partes del mundo debido a sus efectos devastadores sobre la salud humana y el medio ambiente..

Una práctica tóxica disfrazada de desarrollo

El modelo de producción dominante responde a una lógica de mercado que prioriza lo trivial como la estética de la papa —grande, sin manchas, uniforme— por encima de la salud de quienes la consumen y la integridad de quienes habitan los territorios. Este sistema beneficia principalmente a grandes comercializadores y empresas de agroquímicos. Los campesinos que intentan resistir con prácticas agroecológicas enfrentan barreras económicas, falta de apoyo institucional y la indiferencia del mercado.

A pesar del panorama sombrío, existen experiencias alentadoras. Algunas comunidades han comenzado a recuperar prácticas ancestrales, sembrando sin venenos, con bioinsumos y técnicas sostenibles. También hay voces organizadas que exigen un alto al uso indiscriminado de agrotóxicos y demandan el cumplimiento de las leyes existentes.

El monocultivo de papa en esta región implica la aplicación frecuente de una peligrosa combinación de fertilizantes, fungicidas, insecticidas y herbicidas. En algunos casos, estos químicos se esparcen hasta dos veces por semana. El resultado: suelos empobrecidos, cuerpos de agua contaminados y aire cargado de sustancias nocivas.

Ríos, manantiales y pozos —de los que dependen miles de personas— han sido contaminados por escurrimientos de agroquímicos. Esta contaminación no es inofensiva: se traduce en náuseas, irritaciones, dificultades respiratorias e incluso intoxicaciones graves. Entre los químicos más usados se encuentra el glifosato, clasificado por la Organización Mundial de la Salud como “probablemente cancerígeno”.

La agresiva expansión de estos cultivos amenaza al Bosque de Niebla, un ecosistema esencial para la captación de agua y la regulación climática en la región. Con cada hectárea sembrada de papa, se arrasa vegetación nativa, se alteran hábitats y se ahuyenta a la fauna local. Las aves han disminuido notablemente y los suelos, desprovistos de cobertura vegetal, son cada vez más vulnerables a la erosión.

Aunque México cuenta con un marco legal que garantiza el derecho a un medio ambiente sano y acceso al agua potable, la realidad en el campo dista mucho de lo que dictan los reglamentos. Municipios como San Andrés Tlalnelhuayocan han establecido restricciones para la siembra cerca de cuerpos de agua, viviendas y escuelas, pero su aplicación es débil. Los responsables fumigan sin avisar, sin control, y muchas veces sin consecuencias.

La inacción de las autoridades ambientales, como la PROFEPA y la CONAGUA, refleja una preocupante desconexión entre el diseño de políticas y su aplicación en el territorio.

El camino hacia una agricultura más justa pasa por la organización comunitaria, la presión ciudadana, y una transformación profunda en nuestras decisiones de consumo. Urge construir circuitos cortos de comercialización, fortalecer la producción local, y fomentar la soberanía alimentaria.

¿Qué hay detrás de una papa “perfecta”?

Esa papa grande, lisa y sin manchas que llega a tu mesa puede parecer inofensiva. Pero, ¿te has preguntado cuál es el precio real que se está pagando? ¿Cuánto arriesgan las personas su salud, cuánta agua se contamina y cuántos ecosistemas se degradan para que luzca así?

Muchas de esas papas fueron cultivadas con agrotóxicos prohibidos en otros países por su peligrosidad. Sustancias que aquí se aplican cerca de ríos, escuelas y viviendas, sin control ni advertencias.

¿Queremos seguir alimentándonos de productos que enferman a quienes los cultivan y destruyen los territorios donde se siembran?

Es momento de despertar, de informarnos y de comprometernos.

Consumes frutas y verduras pensando que estás cuidando tu salud. Pero, ¿y si te dijeran que muchas de ellas fueron cultivadas con químicos que enferman a comunidades enteras y contaminan el agua que otros beben?

¿Te importa realmente exigir alimentos limpios y producidos con dignidad?

Decir que sí es fácil. Lo difícil es actuar en consecuencia.

¿Estás listo para cuestionar tus hábitos de consumo, incluso si eso implica dejar de lado la comodidad o el precio más bajo?

Reflexiona: ¿qué puedes hacer hoy para transformar este modelo? Porque seguir comprando como siempre también es una elección. Y cada elección tiene consecuencias.

Comparte esta nota, habla del tema, firma peticiones, apoya a productores locales. El futuro del agua, del suelo y de nuestra salud está en juego.

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